Esta Leyenda popular japonesa cuenta que, cada noche, Hoichi, un joven monje de un monasterio sintoísta, relata con su arpa la historia de una mítica batalla que siglos atrás libraron dos poderosos clanes. Su fama como trovador es tal que una noche recibe una visita de ultratumba: uno de los samuráis muertos en aquel combate se presenta ante él y le pide que le acompañe al Reino de los Muertos para cantar la balada de la batalla ante el espectro de su señor.
Así, noche tras noche el joven monje viaja al más allá con el fantasma del samurái. Cuando el maestro del monasterio se entera, se alarma. “Los fantasmas quieren apoderarse de tu alma, Hoichi”, le dice, “y si vuelves una vez más con ellos, no regresarás al mundo de los vivos”. Para protegerle, los monjes le pintan en todo el cuerpo un mantra que le hará invisible a los ojos de los fantasmas.
Al caer la noche, el samurái espectral aparece una vez más en el monasterio. El mantra hace su efecto, y el cuerpo de Hoichi es invisible a los ojos del aparecido. Pero... A la mañana siguiente, los monjes encuentran al joven casi desangrado. Comprueban entonces que le han rebanado las orejas. Era la única parte de su cuerpo que no habían cubierto con el mantra; por tanto, el samurái las había visto y las cortó con su catana para llevárselas a su señor.